"Los niños necesitan
historias". Parecería que este es un axioma pedagógico, y sus
principales guías en la vida son los padres.
Sin embargo, no todas las madres y padres comparten esta tesis. En las
bibliotecas caseras, puedes encontrar muchas enciclopedias infantiles
ilustradas, que ahora abundan en el mercado, sobre dinosaurios y peces de aguas
profundas, y sobre estrellas con planetas, e incluso sobre "de dónde
vengo". Estos libros, desde el punto de vista de los padres
preocupados, realmente contienen información útil, trabajo para la erudición
del niño. ¿Qué pasa con los cuentos de hadas? ¡Diversión vacía!
Los padres que toman esta posición tienen antecesores en la persona de
representantes muy serios de la ciencia y la pedagogía. En la segunda
mitad del siglo XIX, en la era del desarrollo de las ciencias experimentales y
el descubrimiento del papel de las sensaciones en la percepción, tal opinión
estaba muy extendida y se refería no solo a los cuentos de hadas, sino también
a la imaginación del niño.
La imaginación, la fantasía de los niños se
consideraban entonces cualidades casi dañinas, y no se fomentaba el
conocimiento de los cuentos de hadas precisamente como una actividad que
estimula su desarrollo y distrae a los niños de la comprensión del mundo real y
sus interconexiones. Así lo creía, por ejemplo, María Montessori.
Vodovozova también sostuvo puntos de vista similares durante algún
tiempo. El siglo siguiente refutó estas nociones. La psicología infantil
moderna considera que la imaginación es una cualidad mental fundamental, la
neoformación más importante del período preescolar del desarrollo de un niño.
Y
los psicoanalistas y psicoterapeutas involucrados en el estudio y la
interpretación de los cuentos de hadas argumentan que la realidad de los
cuentos de hadas es un medio nutritivo tan necesario para el desarrollo mental
de un niño como lo es el aire fresco para la salud física.
De hecho, en
los cuentos de hadas, los niños de forma velada revelan aquellos conflictos que
son típicos de ellos mismos, de sus relaciones con los demás. Pero el
relato no se limita a constatar. Ella siempre le ofrece al niño una
salida, una estrategia de comportamiento correcto con los padres, con los hermanos
y hermanas, con otras personas. Para que los padres sean sus aliados,
necesitan hablar de ello. Pero esto no es suficiente. Es necesario
crear un incentivo que fomente la lectura, crear un trabajo creativo, en cuyo
proceso será inevitable conocer los cuentos de hadas.